RAÚL SCALABRINI ORTZ
Pensar la Nación , la vida íntegra de
un Pueblo en lucha por su soberanía política e independencia económica, no
puede desvincularse del pensamiento de Raúl Scalabrini Ortiz. Desde una poética
que buscó un registro desvinculado de la retórica del eufemismo, construyó la
praxis intelectual que trabaja con “lo real” de la Nación. Les indicó a todos los
que vinieron después y fueron sus contemporáneos, que el Pueblo es una dinámica
de cuerpos que se excitan buscando históricamente su porvenir. La configuración
de Nación y Pueblo, amalgamados en una energía vital, no es nacionalismo; eso
les legó a los jóvenes de FORJA, como un pulso que marcaría el ritmo de la
esperanza y el destino común. Leemos a Scalabrini Ortiz en Jauretche, en John
William Cooke, en Hernández Arregui, en Marechal, en todos los que
reflexionaron sobre la causa popular en vías de tomar el poder concreto.
¿Se puede
pensar en un país no desde el dogma de una ideología, sino desde un proyecto
nacional y popular cuyo único impedimento son los imperialismos, los monopolios
y los agentes vernáculos que les sirven venalmente? Una lectura de su obra nos
permite guiar su pensamiento desde este interrogante. Para ello no solo es
necesaria una retórica directa, incisiva, abierta a golpear a las oligarquías
aborígenes en todos sus flancos, sino también una poética que capte las
“pulsaciones” identitarias del Pueblo que las combate. La “realidad” es
económica, por eso es imperioso recolectar datos, estadísticas e informes
mensurables que evidencien el despojo de la Nación , pero la vivencia de esa “realidad” es
metafísica, y es registrable solo a través de símbolos y alegorías; de allí la impronta de hablar
sobre el “imperativo espiritual”, como así también de que para abordarlo es
preciso asumir una moral, es decir, una política.
Raúl
Scalabrini Ortiz fue un iniciado. El relato de sus búsquedas y descubrimientos
de las sensibilidades populares que transitan por la formación de la Argentina moderna se desarrolla
por medio de analogías, alegorías y paradojas de esa primera persona que narra
orígenes, desviaciones, contradicciones, encuentros, salidas e iluminaciones.
Relato de un “yo” que se inició en el pensamiento nacional y popular, es
ejemplar y a la vez un alerta de la conciencia que dialécticamente se configura
en y con la realidad del país. Escritor en su juventud de libros de cuentos (La manga, 1923) y de artículos
periodísticos, con El hombre que está
solo y espera (1931) comienza a desplazarse por el ensayo y la
investigación histórica de los elementos económicos que participaron en la
entrega del país al capital extranjero (cuyos libros más destacados son Política británica en el Río de la Plata e Historia de los ferrocarriles argentinos,
ambos de 1940). Se puede leer su obra como un proyecto de país, cuya hipótesis
inicial se funda en la idea de que la historia es el factor sine qua non para
internarse en las complejidades de la realidad. Desde una narración que alterna
pasado, presente y futuro, primera, segunda y tercera personas, descripción y
narración, lirismo y rigurosidad del dato estadístico, anécdota personal y
referencia historiográfica, frases populares y erudición libresca, creencias,
pulsaciones, intuiciones y sistemas de pensamiento, logra un estilo llano,
transparente y directo hacia un lector con el que establece casi un único
pacto: el recorrido conjunto por las vicisitudes del pueblo argentino en
búsqueda de “un destino común”.
Hemos
seleccionado textos que creemos dan cuenta de su prolífica labor como
intelectual, algunos de ellos muy conocidos, otros no tanto, aunque reconocemos
que hacia dentro de los grupos que se interesan por el pensamiento nacional y
popular, como así también de la militancia política, toda su obra es leída y
releída cotidianamente. Nuestro propósito, a cincuenta años de su muerte,
consiste en este humilde homenaje, que más que ofrecerlos para su deglución
acrítica, insistimos en la apertura de sus reflexiones, polémicas y
actualizaciones en el siglo XXI.
P.H.